Una de las cosas que más me gusta de las películas de Campanella son sus diálogos: sus personajes me los creo tanto que me los encuentro en las cafeterías y en los bares, en las aceras y en los parques. Se cruzan en mi camino y me desvían de mi rumbo para quedarme colgada de sus vidas.
Ricardo Darín es una razón de peso (para mi claro está) para ir al cine y si se combinan ambos, Darín-Campanella, es una razón para quedarte atrapada en la historia para siempre: El secreto está en sus ojos, que me muestran vidas que transforman la mía.
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