Ayer murió Javier Ortiz y él mismo escribió su obituario. Javier Ortiz era una de las columnas de opinión que leía del periódico Público (antes alguna vez supe de él en El Mundo).
Javier Ortiz era una serie de palabras enlazadas que me hacían sentir menos rara (este hombre piensa como yo, ¡qué ilusión!) y el día comenzaba distinto, si lo leía por la mañana, o el día acaba mejor, si lo leía por la noche.
Ayer cuando leí la noticia sonreí por su sentido del humor al escribir su propio obituario, mientras ocultaba la tristeza de la muerte de un desconocido que me ha dejado huérfana de mi columna diaria.
3 comentarios:
En cuanto leí la noticia en menéame supe que ibas a escribir esta entrada. Una pérdida siempre es una pérdida. Pero hay veces, que por mucho que me esfuerzo, no sé perder.
Descanse en paz.
Somos desconocidos conocidos cuando decidimos escribir en este océano, ¿no? Somos una vida inventada ¿o no?
(Me ha gustado mucho leer tu comentario).
Desde luego, eso es saber no tomarse demasiado en serio lo de morirse... "Que el fin del mundo te pille bailando", como dice el Sabina en una canción...
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