23 de septiembre de 2008

¿Te pongo un número?

Hay un lugar tremendamente pantanoso en el que se obliga a convivir a números y personas. Somos números desde que nacemos hasta que morimos, no descubro nada nuevo ...
De la utilidad de los números hemos pasado a la legitimación vía los números. Hemos decidido amparar nuestros actos, nuestras decisiones a la sombra de los números. Nos ponen números y ponemos números.

No divago más y me centro en una numerificación de personas: Aprender = Nota.
  • ¿Qué indica ese número del 0 al 10?
  • ¿Cómo se consigue, cuándo y para qué?
  • ¿Es el número una consecuencia de la evaluación? o ¿es la evaluación una consecuencia del número?
  • ¿Qué significa evaluación en el proceso de enseñanza?
  • ¿Se enseña o se evalúa?
  • 5.2, 7.6, 8.8, 9.1, 9.2, 9.7, 10 ... ¿asegura el proceso de notificación el mismo orden para catalogar el conocimiento adquirido de los alumnos?¿Cómo se sabe? ¿Cuál es la evaluación de la evaluación?
  • ¿Por qué para conducir un coche (que es un arma en potencia) el número desaparece (o aparece binario) y se certifica sólo: sabe/no sabe?


  • Seguramente la vida este llena de competiciones que difícilmente podremos evitar, pero ¿aprender es una competición? y caso de serlo, quien puso las reglas tabuladas del 0 al 10 (es decir, [0,10]) ¿quiso hacer unas reglas objetivas o legitimar su ignorancia sobre la evaluación?

    3 comentarios:

    Anónimo dijo...

    Bueno, el tema es más complejo de lo que parece, y son muchas las preguntas que has lanzado. Yo no me voy a detener en comentar el valor concreto de las cifras sino del sistema de evaluación que impera en las universidades españolas.

    La evaluación en la enseñanza o en cualquier faceta de la vida es totalmente subjetiva y como tal puede ser cuestionada en la forma y en el fondo. ¿es útil la evaluación en si? Depende de cómo lo enfoquemos. En el sentido ideal del término sirve para definir el nivel de conocimiento alcanzado por un alumno. Hasta ahí puede ser positivo, incluso para el alumno.
    En realidad lo que está ocurriendo es que no se estudia para APRENDER sino que se estudia para APROBAR, lo cual no deja de cuestionar el sistema "represor" de los exámenes.
    Echad un vistazo a las bibliotecas universitarias (por poner un ejemplo), tan solo se observa afluencia de estudiantes en la época de exámenes, hasta tal punto que en Valencia se abren las 24 horas del día. Ahora mismo y hasta enero estarán prácticamente vacías. No hay consulta de libros, no hay afición por ampliar el conocimiento, por leer, por investigar...

    Ayer tuve que cubrir a un profesor en la presentación de su asignatura (programa, contenidos, bibliografía...) Les proyecté en el power tres diapos completas de bibliografía. Nadie tomó una sola nota. Tan solo cuando llegué al apartado de manuales OBLIGATORIOS alguno anotó la referencia en sus libretas...La asignatura era "Origen de la Humanidad", contenidos interesantes hasta para los profanos en la materia ¿a quién no le gustaría saber algo sobre nuestros orígenes más remotos? Les dije, ante su pasividad, que tenían la posibilidad de consultar on line las principales revistas internacionales relacionadas con esta materia (en constante renovación)...Una oportunidad que yo no tuve en su día...

    La sensación que me llevé: se limitarán a tomar apuntes, a vomitarlos en el examen y a intentar sacar el deseado "5" (volvemos a las cifras).
    No sé qué fue primero, si la evaluación numérica propició la ley del mínimo esfuerzo o si fue al revés. Lo que sé es que hay un desencanto cada vez más generalizado, que lo que se busca en la Universidad es aprobar y tener un título, independientemente de que detrás de ese papel haya un conocimiento que refrende la calidad profesionalidad del que lo porta.

    Perdonad, porque creo que mi opinión solo tiene que ver en parte con el post de mar-ia, pero todavía me dura la sensación de trabajar para formar "aprobados" y no "profesionales".

    esther

    esther

    Anónimo dijo...

    Vaya, hombre, pongo un comentarioy esto no me hace caso... Decía que tener que estudiar para aprobar y controlar a la gente por medio de exámenes es un asunto feo, pero que los exámenes son una forma de comprobar si la gente ha aprendido, y eso sí hace falta. Podríamos mejorarlos para no tener que contar las décimas (a mí me gusta eso de la evaluación continua, con cosas que entregar cada poco tiempo), pero necesitamos exámenes.

    Lo bueno sería que no nos olvidáramos en el camino de que eran una herramienta, no un fin.

    Mar-ia dijo...

    Comparto con los dos, el argumento que dice Corleone al final de su comentario: bueno sería que no nos olvidáramos en el camino de que eran una herramienta, no un fin.

    En los dos comentarios anteriores habéis citado la palabra "examen". En mi entrada no la puse, no evitándola, sino simplemente porque no la vi necesaria. O tal vez, porque creía se podía hablar de la evaluación sin tener que hace referencia especial a ellos (exámenes).
    Si queréis hablamos de exámenes. Lo primero que me planteo es:
    ¿qué es un examen? y en el proceso de aprendizaje de una persona, es decir, desde la Escuela a la Universidad ¿cuándo se comienza a usar el examen como herramienta en la evaluación?

    Nota 1: Según la RAE. Examen en sus dos primeras acepciones es:
    1. m. Indagación y estudio que se hace acerca de las cualidades y circunstancias de una cosa o de un hecho.

    2. m. Prueba que se hace de la idoneidad de una persona para el ejercicio y profesión de una facultad, oficio o ministerio, o para comprobar o demostrar el aprovechamiento en los estudios.

    Nota 2: En mi reflexión anterior úsese la palabra "examen" en el sentido coloquial de la palabra que poco tiene que ver con el significado de la RAE, ya que creo que según la RAE: examen=evaluación.