5 de septiembre de 2008

Érase una vez

un viernes, ¡pero no un viernes cualquiera!, ¡no!, un viernes deseado muchísimo más que un viernes cualquiera. Érase una vez ¡el primer viernes después del regreso de las vacaciones!
El día amenció feliz (era tan deseado ...). La gente sonreía por la calle, los pájaros cantaban y los relojes esperaban ansiosos marcar la hora señalada del fin de la jornada laboral. Pero entonces ... cuando las agujas apuntaron justo ese instante ...

6 comentarios:

Pily dijo...

Ummm! que ganitas tengo....

selu dijo...

A mí también me pica...

Anónimo dijo...

(Para el comentario de Pily)-Dijo el segundero.

(Para el comentario de selu)- Replicó el minutero.

Pily dijo...

¡Bien yo ya llegué! Durante dos días no te preocupes por mi.

Anónimo dijo...

"De verdad, yo estoy también harta de dar vueltas..." - Dijo la aguja de las horas.

"Pues no te quejes, que tú por lo menos vas despacico. Yo no me puedo despistar ni un minuto, y no te digo nada de éste, que está estresao perdío" - Se quejó el segundero.

"¿Que yo voy despacico? Será porque lo digas tú, ¿no?"

"Hombrenositeparececomparalocon esto" - Dijo el segundero al pasar.

"Bueno, pues se ha terminao la tontería. Ahora me voy a parar un ratillo aquí, para que me valoréis." - Y diciendo esto, se paró justo un minuto antes de la hora que marcaba el fin de la jornada.

Mar-ia dijo...

El tiempo pasó sin que ningún reloj diese constancia de ello, sólo las miradas atónitas de los trabajadores reflejaron la huelga de la aguja.

"¡Este reloj está mal!¡Vámonos!"

"Ese reloj no es el único que está mal ... ¿qué está pasando mientras el tiempo no pasa?"

Las preguntas se sucedieron sin respuestas convincentes. Llegó la noche y los relojes seguían paradados justo un minuto antes del fin de la jornada.