Este año han agredido a un periodista durante los actos de celebración de la Toma de Granada. Pese a que el hecho es grave, entiendo que no se debe generalizar y acusar a todo el público simpatizante con esta celebración.
Como granaína me avergüenzo de esta celebración porque no creo que se deba celebrar la expulsión de un pueblo de su lugar de residencia. Pero la vergüenza y fastidio se acrecentan cuando medito sobre los actos en sí de esta celebración: ¿son propios de un país constitucionalmente aconfesional? Y el remate de la incoherencia llega cuando contemplo que a los actos aparecen personas con banderas fascistas de la España preconstitucional y no pasa nada. Es curiosa nuestra libertad de expresión, ¿verdad? La apología del terrorismo, en España, solo se hace con ciertas banderas en el País Vasco ...
¡Cuánto le queda a nuestras democracia y libertad por madurar!
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