Nos cuestionamos, o no queremos hacerlo, la velocidad de nuestras acciones, los minutos que ocupan nuestras reflexiones. Parece como si hubiésemos borrado todo tiempo anterior. Todo desapareció justo en el instante en que indignados gritamos juntos en la calle. Parece como si acabásemos de caer en este mundo, nos hubiésemos unido y estuviésemos de acuerdo en ser los dueños de nuestras acciones y de nuestro tiempo.
Hemos desarrollado simulacros de convivencia en las plazas, que pensamos han funcionado con éxito. Y ahora queremos extender la convivencia a los barrios, a las ciudades ... ¡al mundo!¡El limite es nuestra ilusión! y esa está en su cota máxima, así que ahora mismo ¡no hay miedo! ¡todo es posible!
Pero ese tiempo que a nosotros no parece preocuparnos, ocupa el espacio entre la plaza y los barrios, en el asfalto, sube a los coches, a los zapatos de los transeúntes, que no se detienen en nuestras plazas y por las mañanas se agolpa en el zumbido del despertador que nos recuerda que trabajamos, o buscamos trabajo, en un mundo en el que hay unas leyes de convivencia, aunque nosotros las cuestionemos.
Mientras nosotros no nos preocupamos del tiempo, aquellos que todavía no quieren que los llamemos nosotros continúan construyendo sobre nuestro otro mundo posible. Y el mundo posible que construimos en las plazas se destruye por minutos, horas, días, semanas, meses, años ... Dos ejemplos evidentes, de esto son:
1.- En nuestro mundo posible, la Naturaleza es la madre de nuestra acción y compromiso. Nos hemos convencido de que el crecimiento ilimitado no tiene sentido en un espacio finito. Queremos cuidar nuestros espacios naturales. Sin embargo, mientras nosotros reflexionamos sobre nuestro modelo y nuestras posibles acciones, los planes de ordenación urbana se aprueban y se llevan a la acción, a pesar de las débiles voces de los que llevan mucho tiempo gritando "otro mundo es posible", "la Tierra no la heredamos de nuestros abuelos; es un préstamo que nos hacen nuestros nietos". El resultado final es que tierras fértiles quedan cubiertas por toneladas de cemento. ¿Cuánto tiempo tardaremos en recuperar la fertilidad de esas tierras?
2.-En nuestro mundo posible, otro de los principios fundamentales es la defensa y respeto de los bienes públicos. Así, defendemos por ejemplo, la educación y la sanidad gratuitas y de calidad para todos. Sin embargo, mientras nosotros reflexionamos sobre nuestro modelo y nuestras posibles acciones, vemos como cada vez se desprestigian más los servicios públicos y se instauran pautas de empresas privadas o directamente se venden las empresas públicas, a pesar de las débiles voces de los que llevan mucho tiempo gritando "otro mundo es posible". ¿Cuánto tiempo tardaremos en recuperar las empresas públicas vendidas a empresas privadas?
Si durante nuestro tiempo de reflexión y puesta en común de ideas y acciones, se privatizase la educación y/o la sanidad, ¿cuánto tiempo necesitaríamos para que volviesen a ser públicas?
Nuestra acción es una carrera de fondo, pero debemos saber si corremos sólo por hacer ejercicio o si lo que queremos es llegar a algún lugar.
1 comentario:
Eso hay que tenerlo siempre presente: es una carrera de fondo.
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