A la patronal la reforma laboral le parece bien, aunque no es "un traje a medida de los empresarios", ya que, por ejemplo, hay que restringir urgentemente el derecho de huelga.
Llevo días pensando las limitaciones de esta reforma y está clarísimo, faltan látigos y piruletas. El empresario, el primer día laboral, daría a su trabajador la posibilidad de elegir el látigo con el que modificaría, si hiciera falta, las conductas irregulares del obrero. Además, lo agasajaría con una bolsa de piruletas, para que entre correctivo y correctivo endulzase su pueril dolor.
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