Odiar es demasiado feo, como para usar el verbo sin estar segura.
Odio que en navidades (ese invento consumista (que no comunista)) las televisiones se pongan solidarias y me hagan sentir culpable a la hora de comer o de relajarme en el sofá.
Te hacen sentir tan mal que para ahogar tu angustia das unos cuantos euros y así puedes seguir con la falsa consumista.
Sé que esto es impopular, pero lo pienso tanto como el odio a los telemaratones. Las ongs, los telemaratones, son sólo una forma fácil de calmar al consumista con brotes de culpabilidad.
¿Resuelven algo? Posponen la agonía y retrasan la rebelión del débil.
¿Qué pasaría si no hubiese donaciones del ciudadano, si no existieran las ongs? Los oprimidos, explotados y pisoteados por el primer mundo crecerían y tomarían conciencia de grupo y lucharían contra nosotros hasta dejarnos clarito que las cosas tienen que cambiar.
¿Y nosotros?, nosotros deberíamos ser solidarios de verdad y no de limosna de ricos entre polvorones. Deberíamos exigir a nuestros estados que ayuden y cooperen con los necesitados. Deberíamos tener clarito que vivimos tan bien gracias a que hay gente que vive muy, pero que muy, mal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario