Ayer asistí a un debate sobre la reforma de la ley electoral vigente en España.
En este debate participaron seis formaciones políticas y un matemático experto en algoritmos matemáticos para leyes electorales. Todas las fuerzas políticas, salvo una, estaban a favor de un cambio en la ley electoral. El PP no me sorprendió con su oposición a la reforma. Sin embargo, sí que me sorprendió su forma de argumentar ese rechazo.
Para entender mejor mi sorpresa permitidme que resuma muy brevemente el acto. Comenzó con la presentación resumida de la propuesta de reforma electoral del grupo de investigación GIME de la Universidad de Granada. Esta propuesta no precisa cambio de la Constitución y produce un reparto muchísimo más equitativo, aunque tiene algunos puntos concretos que podrían ser muy debatidos. Al finalizar esta intervención, quedó expuesta, en la pantalla de proyección durante todo el acto, la distribución de diputados para los resultados de las elecciones generales del 2011 si se hubiese considerado la reforma propuesta. Con esta nueva forma de repartir los diputados los partidos minoritarios habrían obtenido mucho más y el PP habría obtenido la mayoría absoluta con la mínima (176 diputados), ello se debe a que esta propuesta potencia la gobernabilidad, favoreciendo en el reparto, con más diputados, al partido ganador. (Esto ya ocurre en nuestro sistema actual de un modo mucho más agresivo y perjudicando con ello a los partidos minoritarios. Con esta propuesta "ese pago por la gobernabilidad" se hace desde todos los partidos, incluidos los mayoritarios).
Tras esta intervención, comenzó el turno de exposición de las fuerzas políticas y el debate.
La representante del PP dijo que no veía la necesidad de cambiar la ley electoral y que no se apreciaban cambios importantes. Ahora bien, dejó la puerta abierta al diálogo, eso me tranquilizó, si desde el
resto de fuerzas políticas había un deseo de reforma.
Mi primera sorpresa en su argumento: ¿No se aprecian cambios importantes?
El resto de partidos le explicaron que si se aprecian y por supuesto el experto en la materia también le dijo que la diferencias eran evidentes (señalando de nuevo la comparativa de resultados, con la reforma y sin ella).
Esta actitud me sorprendió, porque no sé bien si la senadora era consciente de que estaba hablando para gente realmente interesada e informada sobre el tema.
A mi unas cuantas veces me entraron ganas de decirle, por favor, con todos mis respetos, entiendo que a usted este tema no le interesa, pero por favor, no nos tome por imbéciles.
Pero su argumento fue más allá y optó por echarle culpas a otros. Dijo que veía muy bien que UPyD o EQUO pidiesen esta reforma, pero que IU debía hacer una crítica interna, porque con la misma ley habían llegado a tener 21 diputados.
Claro, una votante de IU, que tiene mucho que reprocharle a sus representantes, también piensa como la señora senadora del PP que IU debe hacer autocrítica, pero eso es una cosa y otra bien distinta pensar que eso vale de argumento para no poder reivindicar una ley electoral más justa o incluso no poder quejarse de que aquellos 21 diputados en la Era de Anguita eran muchos menos de los que le correpondían.
La señora senadora del PP nuevamente me trata por idiota cuando cree que desconozco el país en el que vivo, que vota conociendo muy bien las reglas del juego. Es por ello, que lo más normal en España no es votar lo que te gusta, sino votar contra lo que no quieres. Y los que ilusionados pudiesen tener la intención de votar el proyecto que les parece más interesante, pueden golpearse contra el pensamiento generalizado de "¿votar a minorías? para qué, ¡si no vale para nada!"
Y por si la ley no fuese lo suficientemente injusta, tenemos a nuestros maravillosos medios de comunicación que ya se encargan de hacer énfasis para reforzar nuestro pensamiento bipartidista.
Pero todo esto, no son consideraciones dignas de ser, al menos, referidas por la senadora del PP.
El remate en su argumento, y mi sorpresa final, fue cuando dijo que la motivación de los partidos minoritarios, para reivindicar una reforma, no era una mejora para la ciudadanía, como así dijeron ellos, sino un deseo de tener más poder y beneficiarse ellos mismos y no a la ciudadanía.
Y entonces, como votante que soy de un partido minoritario, ¿qué debo pensar? ¿que soy idiota y voto a personas que se quieren beneficiar sólo ellas? ¿que ese beneficio propio de los diputados es sólo cuestión de los minoritarios o también se puede aplicar a ella misma? ¿Sólo puedo votar al PP, porque son los únicos quieren beneficiar al pueblo? ¿Fue una crítica a todos los políticos o sólo a los minoritarios?
Me mordí la lengua durante todo el acto, porque en la mesa ya le dijeron que rectificara y no insultara a la gente, pero ella no debió darse por aludida y no pidió perdón por nada, ni rectificó.
Salí de la sala y paseé por la fresca noche granadina, preguntándome qué conclusión habría sacado esta senadora del debate y qué opinión tendría de las personas no afiliadas a ningún partido que votamos y pensamos que nuestro país se merece otra ley electoral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario