Hace dos semanas habría pensado que ver las plazas llenas de gente discutiendo sobre lo que les preocupa, sobre lo que quieren cambiar, era una utopía. Y realmente lo era, porque parecía imposible en ese momento. Hoy hemos demostrado que la gente desea salir a la calle a debatir, a mostrar su descontento y a proponer sus soluciones. Aunque sólo se hubiese conseguido esto con el movimiento 15M ya habría merecido la pena. Pero los que estamos día a día tomando la calle y hablando de nuestras ilusiones queremos más. Tanto más, que parece que estuviésemos reinventando las reglas del juego de la convivencia. Se ha conquistado la Puerta del Sol y se quiere pedir la Luna.
Confieso que tengo miedo. Miedo de no aprovechar todo este movimiento, de no luchar por cambiar el rumbo económico de nuestro mundo. Miedo de que el verano pase por nuestras vidas y nos cansemos de reunirnos en asambleas.
Creo que debemos estructurarnos. Hacer una lista de propuestas-peticiones según niveles: locales, regionales, nacionales, europeos y mundiales.
De entre esas propuestas-peticiones hacer un cronograma de acción, teniendo claras que unas serán más fáciles que otras, y que por tanto unas requerirán una lucha más larga que otras.
Una vez decidida estas propuestas-peticiones y los tiempos y modos de reivindicarlas: ¡luchar por ellas!
Concretemos qué queremos en España, que sólo afecte a España y no a Europa.
Concretemos qué nos une a Europa, qué queremos que cambie en Europa.
Concretemos la viabilidad de nuestras peticiones y el tiempo necesario para conseguirlo.
Argumentemos nuestras peticiones-propuestas y ¡tomemos la calle!
El movimiento ha acampado en nuestras mentes, ¡saquemos partido!
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