Me acuerdo cuando estudié la alienación de Marx, me sorprendió aquello de que el trabajo volviese al trabajador de forma ajena, extraña, un producto que hacía al trabajador un sujeto alienado: el trabajo salía de él como algo positivo para volver a él como algo negativo.
En estos últimos años siento que hay palabras que me alienan, son palabras que salen de mi con ilusión y las descubro en los periódicos, en la calle, con una intención distinta. Y como no estoy hablando de palabras polisémicas que además tengan la propiedad de significar una cosa y la contraria, me hace pensar en mi anejenación, en que me están haciendo salir fuera de mi y perder la razón.
Una de esas palabras, que en estos días podemos leer y escuchar con mucha frecuencia, es rebelión. Esperanza Aguirre llamó a la rebelión contra la subida del IVA. Su Comunidad de Madrid no iba a coger ningún dinero que viniese de los ingresos por la subida del IVA. Hoy he leído que Aguirre no se ha declarado insumisa fiscal, que usó la palabra rebelión cuando debió usar movilización, pero que la palabra rebelión no es exclusiva de la izquierda y que la va seguir usando.
En una cosa estoy de acuerdo: las palabras no tienen dueños, tienen significados.
Rebelarse contra una injusticia, no es de izquierdas ni de derechas, es algo innato al ser humano. Pero en un estado democrático y siendo presidenta de una comunidad autónoma llamar al pueblo a la rebeldía contra la medida del gobierno de subir el IVA, me parece una medida populista que me hace pensar que o me está tomando el pelo o he perdido la razón. (Como no quiero pensar mal de tan ilustre mujer empecé esta entrada hablando de alienación ...)
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