Las luces de la tregua, de los buenos deseos y prósperos años nuevos ...
La crisis ha puesto un límite pero, ya está, ya no se ha podido retresar más, ahí están, relucientes y felices brillando en los cielos nocturnos de nuestras ciudades.
Y con las luces llegan los anuncios de la televisión con sus turrones y mantecados, con los niños como locos pidiéndole regalos a los Reyes (me parece lamentable el anuncio del Corte-Inglés).
Pero lo peor ... lo que me enciende hasta el hastío son los telemaratones y los anuncios de las ONGs, que me obligan a escupir los polvorones, me chirrían los villancicos, el frío se oprime en mi estómago y las luces queman mis neuronas. ¿Qué he hecho yo para merecer esto? ¿Por qué debo sentirme culpable por disfrutar de la cara bonita del mundo? ¿Por qué me quieren convencer de mi solidaridad justo en ese momento? ¿Por qué no hay solidaridad de los pueblos con los pueblos? ¿Por qué las ONGs tienen que salvar el mundo que los gobiernos destruyen?
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