21 de octubre de 2010

Recolocación

Hay veces en las que los objetos eligen a sus propietarios. En esas ocasiones, cuando los potenciales propietarios pasean por las tiendas que venden esos objetos, éstos deciden irse con ellos sin dejar ningún papel de por medio, es decir, sin billete que legitime esa recolocación.

Es frecuente en los grandes almacenes apreciar el malestar de los objetos, se sienten cosificados, meros intermediarios entre el consumidor y el patrón lucrado. Hay una frustración intrínseca en el objeto que se percibe como una posesión en sí misma, sin importar, en absoluto, su utilidad o su deseo de ser querido y anhelado por el nuevo propietario. Esta situación es tan frecuente que hay ocasiones, en las que si los objetos encuentran un consumidor que realmente aprecie su identidad como bien, deciden irse con ellos sin que nadie interrumpa, ni intervenga, en ese momento mágico en el que el objeto elige al consumidor.

En España se prefiere recolocar ropa y jamón ...

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