19 de agosto de 2011

Creerse dioses

"Sí, hay muchos que, creyéndose dioses, piensan no tener necesidad de más raíces ni cimientos que ellos mismos", ha asegurado Ratzinger. "Desearían decidir por si solos lo que es verdad o no, lo que es bueno o malo, lo justo o lo injusto; decidir quien es digno de vivir o puede ser sacrificado en aras de otras preferencias".

Siempre me ha gustado pensar en la posibilidad de creer en Dios, la vida sería mucho más sencilla: podría hacer cosas que considero malas siempre que luego me arrepintiera, podría conformarme con lo que Dios me depara, podría pensar siempre en una vida mejor después de la vida ... podría hacer como el máximo representante de Dios en la Tierra y creerme un dios por creer que los ateos se creen dioses.
Sin embargo, no puedo: mi creencia es sólo en el género humano, evito hacer cosas mal porque sé que es díficil que tengan vuelta atrás, trabajo día a dia en el presente pensando, que conjuntamente con el resto de ciudadanos, podemos influir en nuestro futuro y construir un mundo más justo.
Puede que Ratzinger tenga razón en el hecho de recriminar a los ateos el no tener la necesidad de creer en Dios. Mi día a día me muestra que tengo la necesidad de no legitimar con mi silencio y mi pasividad las injustas situaciones que suceden a cada instante, tengo la necesidad de defender y ayudar al que perciba que lo necesita, tengo la necesidad de pensar qué me gusta y qué me disguta de esta sociedad para dialogarlo con el resto de ciudadanos y tratar de construir un mundo más sano, tengo la necesidad de trabajar y sentirme útil en la sociedad ... en definitiva, tengo la necesidad de seguir luchando para que se cumpla lo que una vez se escribió con el nombre de Declaración Universal de los Derechos Humanos. ¿Necesidad de creer en Dios? Puede ... cuando todas mis otras nesidades estén cubiertas.




4 comentarios:

Olga. dijo...

¡Hola Mar-ia!
Me gustaria que entraras en www.redescristianas.es, y me comentaras un poco tu opinión, acerca de José Maria Castillo Teólogo de la UGR. que prohibierón su enseñanza en dicha universidad en el año 1988. Muy interesante, de verdad,

Mar-ia dijo...

¡Hola Olga!
Me ha parecido muy interesante la entrevista al teólogo que me comentas. Creo que si se escucharan más voces críticas, como esta, dentro de la propia Iglesia, quizás podrían cambiar el rumbo de la religión católica, desde mi punto de vista para mucho mejor ...

Marta García Prieto dijo...

¡Hola Mar-ia!
Espero que no te moleste que sin conocerte de nada comente en tu blog. He llegado aquí por casualidad, y de primeras debo decir que nuestras posturas se diferencian profundamente. Aún así, creo que todavía es posible hoy en día poder intercambiar opiniones sin por ello querer discutir o cambiar la opinión de la otra persona. A mi únicamente me gustaría contarte mi experiencia. Me llamo Marta, soy de Madrid, 22 años, toda mi vida en educación pública, familia de clase media, y desde hace 4 años soy profundamente católica. No pertenezco a ningún grupo, mi familia no es practicante, pero yo me considero Iglesia con todo mi corazón. Pero porque en el centro de ella (por muy mal que lo hagamos, que francamente lo hacemos fatal y entiendo que nos hagamos tan odiosos) está un Dios que está vivo, no es una invención para vivir más fácil. Para mi hasta hace 4 años, la vida era confiar en el ser humano por encima de cualquier cosa. La condición humana como motor que rige todo. Y así se vive tirando, unos días mejores y otros peores. Yo he tenido experiencia de ello, y al final lo que queda es el vacío, por tantas decepciones humanas, tanto dolor que no se puede explicar, tanta belleza que nos sobrepasa infinitamente y que nos gustaría poseer. Y tantas preguntas que no obtienen respuesta. Aún así, siempre quedar mirar al futuro, esperar a que un día las cosas cambien por la acción del hombre. Y un día y otro día. Yo he sufrido eso, digo sufrido porque a mi por lo menos me dejaba triste. Y cuando Dios se cruzó en mi camino (la fe es un don, como la vida, como el amor, como la belleza, como tantas cosas que no dependen del ser humano), todo esto cambió. Cada uno encuentra aquello con lo que saciar su sed del infinito, y en mi caso fue la fe. No es más fácil tener fe, yo no me escudo en ella; la fe implica constantemente una renuncia de uno mismo en favor de los demás. Y eso no es fácil. Dar la vida, como la Madre Teresa de Calcuta, como tanta gente. Ser cristiano te hace ser mejor persona, pero no te hace mejor a los demás. Somos todos iguales, y yo para nada me creo mejor que mi mejor amiga porque yo tengo fe y ella no. Simplemente, la fe me hace quererla ahora más que nunca. La fe da sentido a todo. Pero claro, hay que estar abierto a ella. Hay que ser muy libre para preguntarse los porqués de las cosas, para reconocer los límites del ser humano, que no se en tu caso, pero yo en mi misma veo cada día. Y la Iglesia viene después. Yo amo la Iglesia como don que Dios me da para encontrarle a Él, y todos los días lucho por cambiarla, pero empezando por cambiar yo misma. Y no niego sus miserias, me entristezco por ellas, pero es que la Iglesia es mucho más que los hombres que la formamos, que somos bastante limitados.
Yo creo firmemente, que una persona con corazón abierto al amor y a la belleza, que ha querido sin condiciones, que ha llorado escuchando una canción, viendo un paisaje, al final tiene que ver el límite de la condición humana y preguntarse qué más hay, qué satisface nuestras ganas de hacer el bien, de cambiar el mundo.
No se, creo que me he liado un poco al final. Disculpa si sientes esto como ataque o algo, es simplemente mi opinión. Y lo siento por la chapa que te acabo de pegar. Si has llegado hasta aquí, gracias por leerlo todo. Bórralo si quieres.
Un saludo y encantada.
Te dejaría link o algo, pero no tengo ni blog ni nada de estas cosas.

Mar-ia dijo...

Hola Marta,

antes que nada decirte que muchísimas gracias por tu comentario. Y te invito a seguir tertuliando siempre que te apetezca. Este blog pretende justo eso, hablar sobre temas, nos conozcamos o no, lo importante no es quiénes somos sino lo que decimos.

Sobre el tema de esta entrada, entiendo lo que dices y quizá no estamos tan alejadas. Seguramente nuestras acciones sobre las personas, en busca de un mundo mejor, sean muy parecidas, aunque la motivación para ello sea distinta (en tu caso, quizá Dios, en la mía simplente el deseo de un mundo mejor).
Yo ante las injusticias que veo, por supuesto siento tristeza y rabia, pero en modo constructivo, veo lo que no quiero y me fijo y me motivo con la gente que quiere cambiar esas injusticias. Así que no puedo sentirme vacía, todo lo contrario, me siento llena de energías parar luchar por ese otro mundo posible, por informarme y cargarme de argumentos para intentar hacer ese otro mundo posible ...

¡Un abrazo!