Creo, que desde que tengo uso de razón, he entendido que el incentivo para hacer algo era la satisfacción de hacerlo lo mejor posible y el castigo por no hacerlo era la frustración o la rabia por no haberlo sabido o podido hacer lo mejor posible. Con estas motivaciones no puedo compartir la idea que baraja el gobierno de ligar el salario de los funcionarios a su productividad.
Cuando veo a padres y madres que basan la educación de sus hijos en el incentivo y el castigo, me pongo de los nervios: María, si sacas buenas notas te compro una moto, María como saques malas notas te castigo sin salir ...
Me siento cosificada, cuantificada, mercantilizada, vendida, ... cuando pienso que mi trabajo pretende ser pagado en función de mi productividad. Conseguí mi trabajo por demostrar una cualificación y valía para desempeñarlo. No quiero que incentiven mi trabajo con sobresueldos, sólo quiero un salario digno y que me permitan desarrollar mi labor, con esto me basta para tratar de hacerlo lo mejor posible. También me gustaría que si en algún momento dejo de hacer mi cometido se me avise de ello y me sea permitido tratar de rectificar mi conducta. Si incumplo con mi trabajo, una vez avisada de tal falta, debería entender mi cese del mismo. Seguramente se me acuse de vivir en un mundo de ilusión y fantasía y puede que sea cierto, pero me pregunto ¿cuál será el incentivo o castigo del inspector de servicios?
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