No la soportaba, no podía con ella, me asustaba sólo pensar que pudiese encontrarme con ella ... hasta este verano ...
Este verano he aprendido a (iba a decir quererla, pero creo que todavía es pronto, digamos simplemente ...) no odiarla.
Mi odio venía legitimado por el miedo. Le tenía un miedo atroz, me asustaba sólo con verla, con mirarla desde lejos. Miedo, pavor y correr eran mis únicos pensamientos, cuando la veía. Nunca me interesé por cambiar esos sentimentos, entre otras cosas porque pensaba que no podía cambiarlos (¡ilusa!). Jamás me acerqué a ella de forma intencionada, alguna vez nos hemos rozado como nos rozamos en las grandes aglomeraciones, pero su presencia y nuestro roce me irritaban tantísimo que me iba corriendo.
Este verano nuestra historia ha cambiado. Ahora soy capaz de mirarla sin correr, de acercarme a ella y de ¡tocarnos sin que me irrite!
El miedo es el síntoma del desconocimiento y la causa de mi odio hacia ella. Así que la solución a mi odio era clara, sólo necesitaba que alguien nos presentara. Una tarde nos presentaron, nos dijimos un frío Hola, ¿qué tal? (haciendo caso de las indicaciones del Colegio de Médicos de Madrid, para no contagiarnos de gripes Aes) y mi miedo se fue borrando. Desapareció por completo cuando nos tocamos. Debo reconocer que me gustó, tanto que habría estado tocándola toda la tarde (pero me corté un poco porque ella me miraba con cara de oye tú, no nos conocemos tanto, ¿no?). Debo reconocer también que hemos avanzado pero todavía nos queda un poco. Todavía no estoy preparada para que ella me toque cuando quiera sin yo saberlo. Necesito controlar la situación y ser yo quien se acerca a ella ... Pero aún así, me siento muy feliz de poder nadar sin tanto miedo, de verla tan relajada por el agua y no salir corriendo gritando: ¡una medusa, una medusa!. Ahora ya no pienso en el escozor que provocan sus tentáculos ahora pienso en la textura de su exumbrela, en su suavidad cartilaginosa ... ¿No la has tocado? ¡pues hazlo!
2 comentarios:
Muy bien que superes ese odio!! Pero yo creo que seguiré sin tocarla, por si acaso. Aunque por este lado del mar no se ven; debe ser que decicen ir más allá.
Eso mismo de sin tocarla pesaba la de la historia de verano ... hasta que la convencieron de que no pasaba nada si le tocaba la cabeza ¡eso sí, si le tocas los tentáculos ... te picará!
Las medusas viven en el mar (¡por todos sus lados!) van para allá y para acá. Pily si algún día decides tocarle la cabecilla a una ya nos cuentas ...
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