30 de octubre de 2011

Forma sencilla de aislarnos

¿Somos conscientes de cómo influye en nuestra vida la estructura de nuestras ciudades? ¿Hay un interés en la forma en la que se distribuyen nuestras ciudades?

Hemos asumido que en una ciudad (de tamaño medio o grande) debemos vivir a unos cuantos kilómetros de donde trabajamos. Hemos asumido que debemos emplear transporte (público o privado) para llegar cada día a nuestro puesto de trabajo. De este modo, nos pasamos los días mirando los dígitos del reloj que marcan la hora a la que dejamos nuestro trabajo, para montarnos en el medio de transporte que nos devuelva a nuestra casa. ¿Qué tiempo tenemos para hablar con nuestros compañeros de trabajo, para compartir con ellos nuestras inquietudes laborales, nuestros deseos de mejora o cambio? ¿Tenemos algún sentimiento de colectividad en nuestro trabajo?
Cuando llegamos a nuestra casa estamos tan agotados, que con un poco de suerte invertimos nuestro escaso tiempo en compartirlo con nuestros amigos y nuestra familia. ¿Tenemos algún sentimiento de colectividad en nuestro barrio?

Las ciudades parecen ser ideadas para aislarnos. Parecemos deambular sobre ellas reconociéndonos ubicados dentro de nuestra familia y amigos, pero ajenos a cualquier colectivo laboral, vecinal, ciudadano. Vivimos en ciudades llenas de ciudadanos aislados ...

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